12.8.07

Chúpate esta, Bob Kane

BAT PUSSY

?, 1973


¿Saben qué? A la hoguera con la humanidad. Ése es mi posicinamiento al respecto del valor de la raza humana en relación al conjunto de la existencia.
Conozco las réplicas habituales al dedillo. Que si las pirámides, el cine de Yasujiro Ozu, Pet Sounds, el Impresionismo... todo muy meritorio y grandioso. Sin embargo, existe un argumento capaz de poner fin a cualquier discusión que transite estos derroteros: nuestra especie es la responsable de la creación de Bat Pussy.

Dense cuenta de que no hablamos de una bat-exploitation típica (¿existe acaso dicho constructo?), ni de un saludable ejercico de apropiación de marcas registradas en pos de un vehículo camp (como en la divertida La Mujer Murciélago de René Cardona). No. Aquí la imagen de Batman ha sido puesta al servicio de un espectáculo vergonzante (e incluso preocupante, si ampliamos la perspectiva del análisis) bajo cualquier criterio. Poco o nada tiene que ver el hecho de que Bat Pussy se trate de una película x y mucho de la tristeza que emana de todos y cada uno de los aspectos de esta producción. Claro que siempre cabe la opción de reir antes que llorar. Es una cuestión de actitud.

Entiéndame. Soy el primero que defiende el derecho de cualquier sujeto a desnudarse y frotarse delante de una cámara bajo una premisa argumental mínima (y de que el resto lo veamos). Otra cosa distinta es observar esfuerzos inanes por practicar el sexo a lo largo de una interminable hora mientras te martirizan con un diálogo que hace desear haber nacido con algún tipo de disfunción auditiva.
Es cierto, los protagonistas de este drama fílmico parecen haber sido soltados al plató con un rudimentaria idea de cómo funciona el acto sexual. Durante el metraje tratan de llenar los huecos en su conocimiento mediante posturas infructuosas y torpes manoseos. No es de extrañar que la pareja protagonista encarne a un matrimonio que, a pesar de llevar 11 años casados, acaba de descubrir a través de una revista la existencia del sexo oral. Como dos adolescentes exclaman entusiasmados "¿Por qué no lo habremos hecho antes?", y sin embargo en ningún momento vemos que se logre alcanzar una pobre erección. A partir de ahí el caos. Un aluvión de reproches mutuos recitados de manera incesante (ella en irritante tono monocorde; él con evidentes señales de intoxicación etílica en su dicción) sobre multitud de temas candentes en una relación de pareja: que si no me compras vestidos nuevos, que si te cepillas a tu secretaria, que si mi culo es una máquina de dinero... Tan sólo se interrumpe la dialéctica en exploraciones vaginales acompañadas de observaciones desbordantes de ingenio como "no tienes un coño, ¡tienes un lavabo!" o "¡tu coño es tan grande que si tuvieses un niño sería monstruoso!".

Por suerte el sentido especial (?) de Bat Pussy se pone en marcha haciendo que vibren sus partes íntimas. Es el momento de abandonar la guarida secreta (apenas un sofá y un mueble de oficina en lo que parece el sótano de una casa), enfundarse la indumentaria de trabajo y saltar (nunca mejor dicho) en el Bat-vehículo consistente en un globo saltarín. Mientras el matrimonio perpetúa su círculo vicioso de abuso verbal e intentos vanos de copular, Bat Pussy se dirige hacia la casa botando en su globo a través de campos desérticos con una juguetona banda sonora durante el transcurrir de océanos temporales. No obstante, el trayecto es aprovechado para vaciar la vejiga y salvar a una joven de lo que parece un agresor sexual (la verdad es que no queda claro). Es preciso que la heroína se de prisa porque en el dormitorio de la pareja protagonista la cosa no hace más que empeorar y los actores piden instrucciones al director sin disimulo alguno. Pero la aparición de Bat Pussy no logra poner orden en el desaguisado y se incorpora al festival de fornicación imposible entre diálogos demenciales ("¡No eres la Reina de Gotham, ¡no sabes chupar!", "¡Tú no eres el Rey de nada!"), un pene perpétuamente flácido, accidentes al caerse de la cama y delirios del ébrio intérprete, que se empeña en dirigirse a Bat Pussy como Batwoman a pesar de las numerosas correcciones de las compañeras del reparto y del pobre director.
El abrupto final de la función supone una adecuada conclusión al filme. Es tan incoherente y balbuceante como el resto de los minutos precedentes.

Bat Pussy puede haber sido realizada por humanos (por muy primitivos que estos sean), pero desde luego no es apta para el consumo de la persona promedio. Al menos no como entretenimiento despreocupado, y sí quizás como instrumento para disuadir a prepúberes de interesarse por nada que tenga que ver con el sexo. Difícilmente se puede encontrar otra película en la que pese a la abundancia de área genital expuesta, la excitación producida se cuente en marcador negativo (excluyendo aberraciones varias que no viene al caso citar). A buen seguro tendrá algo que ver que las personas implicadas no atesoren un físico muy atractivo y que su idea de practicar el sexo proceda de una dimensión alternativa.
Así es Bat Pussy. Una experiencia fascinante y repulsiva a partes iguales con potencial tanto para acentuar estados de ánimos depresivos como para alejarnos de estos gracias al valor terapéutico de la risa. Pero ante todo, y sobre todo, es un filme cochambroso hasta extremos apenas vistos. Un nuevo nivel.

6 Comments:

Blogger lavacanacho said...

Superdisco,
Deberías replantearte la redacción de este texto, porque lo cierto es que da ganas de verla.
Con las responsabilidades que ello conlleva.

Slurps!

9:11 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Cierto. Cuanto peor es la peli más ganas dan de verla.

Es como aquel clásico de: "No toques el botón rojo", tan actual ahora con Planet Terror y su frase homóloga: "No te dispares en la cara".

Me recuerda a cuando estaba en el instituto y mi profesora de química nos dijo: "No se os ocurra acercar la cara al bote humeante de ácido nítrico al cuarenta por ciento."

Vamos, que no me la bajo YA del emule porque ahora me ha dado por Dr Who y el ancho de banda de mi vecino no da para más.

4:56 a. m.  
Blogger superdiscochino said...

Me temo que yo también acerqué la nariz al bote durante una clase de Química.

Me pregunto si por eso me he quedado parcialmente anósmico...

8:16 p. m.  
Blogger octopo said...

Buen regreso al redil, caspa, caspa, caspa, pero que mucha caspa, usted siempre me sorprede.

Por cierto se les echaba de menos, que dure ese ordenador unos cuantos años mas. Con salud!!

10:04 p. m.  
Blogger Evil Preacher said...

¡Encandado de verle de nuevo en las ondas (wiffi)!

4:34 p. m.  
Blogger Mario Asencio Macías said...

Me han entrado ganas de ver la película...

10:20 a. m.  

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