Pero, ¿quién es Drácula? (11)

Francis Lederer
The Return of Dracula (Paul Landres, 1958)

He aquí un filme merecedor de mayor atención. The Return of Dracula parece haber sido condenado a un estado de oscuridad difícilmente justificable en unos años propensos a la edición digital de cualquier título imaginable, por superfluo que éste sea. Cierto es que la película de Paul Landres aporta escasas novedades a la representación fílmica del Conde, pero no han de subestimarse sus méritos artísticos, aún más relevantes teniendo en consideración el presupuesto en juego, y su valor como puente entre el romanticismo de las producciones de Universal y la sensualidad y el exceso de la revolucionaria Hammer.
Una magnífica banda sonora pavimenta el terreno para la consecución de una atmósfera francamente conseguida que encamina la historia, con acierto, hacia los vericuetos de un thriller sobrenatural en vez de un presivible festival de sustos.

Como ya hiciera en el texto original de Bram Stoker, Drácula vuelve a suplantar la identidad de un individuo. En esta ocasión no se trata de Jonathan Harker, sino de un paisano de Transilvania que se dirigía en tren a la lejana California con el fin de visitar a unos familiares estadounidenses. Una vez llegado al destino, Drácula ha de hacer uso de sus dotes de subterfugio para no levantar las sospechas de su falsa familia mientras trata de seducir a su deliciosa "prima" menor de edad. Es ahí donde el personaje se encuentra forzado a practicar unas habilidades diálecticas inusuales en encarnaciones pretéritas. Labor llevada a cabo con nota por un convincente Francis Lederer que aporta matices a su discurso según convenga. Aunque quizás la apariencia de Lederer no sea la que asociamos a la figura del Conde, su lograda interpretación transmite seducción, peligro y misterio a partes iguales. Ante la enarbolación de cruces, Francis parece más decepcionado que asustado, y la forma de resolver el conflicto pasa por el diálogo antes que por la habitual muestra de superioridad física entre siseos y muecas desencajadas. Mucha clase.