1.4.07

Muerte (y sopor) en Venecia

NOSFERATU A VENEZIA

Augusto Caminito, Klaus Kinski y otros, 1988

Nosferatu
parecía haber desaparecido de la faz de la Tierra en los Carnavales de Venecia de 1786, año en que la plagas amenazaban con asolar toda vida humana. Ni el Profesor Catalano, experto en vampirismo, ni la bella Helietta, que cree que el no-muerto se halla en un ataúd en el sótano de su mansión, están convencidos de ello. Juntos realizarán una sesión de espiritismo para cercionarse, teniendo como insperada consecuencia la resurrección del vampiro que se encontraba reposando a mares de distancia de allí. El ser sobrenatural acude a la ciudad de Venecia respondiendo a la llamada, pero sus intenciones no son iniciar un previsible derrame de sangre con el cual saciar su sed eterna, sino encontrar a una muchacha virgen. Tan sólo yaciendo con ella será capaz de poner fin a su vida inmortal y encontrar el tan ansiado descanso que se le ha negado durante siglos.
Loable propósito que se verá amenazado por las acciones de un grupo de hombres encabezado por el entrometido Profesor Catalano, aficionados a soltar discursos vacuos y deambular por la ciudad sin lógica discernible.

Planteada en primera instancia como una suerte de secuela de Nosferatu: Phantom der Nacht de Werner Herzog (1979), lo cierto es que Nosferatu a Venezia comparte con este filme la presencia de Klaus Kinski en el papel protagónico y poco más. Donde el vampiro se utilizaba para dar rienda suelta a las inquietudes gafapastiles del director alemán, aquí se transforma en el eje central de un cuento romántico postmoderno con tetitas y culitos (de muy buen ver, eso sí). Ahora que vayan ustedes a saber cuál fue la intención inicial reservada a la cinta, puesto que desde el mismo comienzo surgieron problemas que llevaron al despido de varios directores hasta que el productor Augusto Caminito tomó la responsabilidad tras las cámaras siendo reemplazado en ocasiones por el propio Kinski con más pena que gloria. Mayor fortuna alcanza en el apartado interpretativo, si bien su desquiciada personalidad reluce con acierto en determinadas escenas (todas aquellas en las que se deposite sobre su magnética mirada la responsabilidad de comunicar) mientras que en otras, las persecuciones de víctimas por las calles de Venecia, linda lo patético.
Kinski tenía la mente ocupada con su debut a la dirección (Kinski Paganini, 1989) y le importaba bien poco la suerte de esta estrafalaria producción. Tanto es así que cuando llegó al set de rodaje declaró no estar dispuesto a cortarse el pelo ni llevar más maquillaje que un poco de polvos de talco sobre el rostro y los pertinentes colmillos prostéticos. Tanta desidia no podía ser saludable, así que cuando se trataba de estrujar senos Kinski se mostraba mucho más entusiasta. Comprensible.


Las desviaciones con la visión fílmica tradicional del mito vampírico son numerosas. En esta ocasión, Nosferatu camina sin problemas bajo la luz del Sol, se refleja en los espejos y no teme a los simbolos religiosos (como queda patente cuando aplasta un crucifijo con su mano desnuda). Sin embargo, se rescata un elemento original de la novela de Bram Stoker no demasiado explotado: la subordinación del pueblo gitano bajo el yugo del no-muerto. Si bien la relevancia de estos sobre el argumento general del filme es escasa, su presencia aporta unas cuantas escenas de baile flamenco, protagonizadas entre otros por La Chunga, que contribuyen a ilustrar la peculiar atmósfera de la película. Venecia es un escenario ideal para narrar una historia de amor decadente y relamido, pero la mirada falta de talento de Caminito y Kinski transforma a la ciudad en vulgar. Especialmente ramplonas, casi televisivas, son las secuencias rodadas en interiores, estropeadas además por una irritante manía por subrayar lo obvio (esas vallas de punta afilada donde serán ensartados los adversarios del vampiro).
Potencial y elementos para dar a luz a una película memorable existían en cantidad, pero las prisas, la ineptitud u otras circunstancias sin especificar terminaron por finiquitar toda expectativa favorable dando como resultado un producto indudablemente fallido. No obstante, cualquier aficionado a los chupasangres será capaz de encontrar focos de interés que justifiquen su visionado. El final, sin ir más lejos, aparca el moroso montaje de los minutos anteriores para alumbrar una conclusión ágil que destaca por encima de la media a la que estamos acostumbrados en el subgénero vampírico.

4 Comments:

Blogger FHNavarro said...

La chunga, tetillas - las cuales no he visto en este post - que más se puede pedir!!

Un saludo

8:28 p. m.  
Blogger superdiscochino said...

Pues sí, ha quedado todo muy asexual.
Me desquitaré en una ocasión posterior. : )

Un saludo.

10:37 p. m.  
Blogger Evil Preacher said...

Es terrible, con lo aburrida que parece y, sin embargo ¡me han entrado ganas de verla!

P.S. Le he enlazado, hace tiempo que tená ganas.

12:41 p. m.  
Blogger superdiscochino said...

Muchas gracias, Evil Preacher.

Por mi parte debería darle un meneo a la sección de enlaces, que la tengo muy abandonada.

Un saludo.

10:17 p. m.  

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