4.3.07

Las amistades peligrosas


SHIMOTSUMA MONOGATARI

Tetsuya Nakashima, 2004

Kyôko Fukada
Anna Tsuchiya
Hiroyuki Miyasako
Ryoko Shinohara

3/5


Momoko Ryugasaki es una chica de diecisiete años como otra cualquiera. Vive en una pequeña población llamada Shimotsuma con su padre, divorciado, un ex-delincuente de poca monta que actualmente vende globos de agua y con su abuela, cuyo pasatiempo predilecto consiste en atrapar moscas con las manos y mendigar a su nieta unas monedas para comprar chocolate. En cambio, Momoko sueña con la Francia del Siglo 18 y le apasiona el rococó hasta el punto de gastar sus escasos ahorros en llamativos vestidos inspirados en dicho periodo histórico procedentes de la tienda especializada BABY, THE STARS SHINE BRIGHT ubicada en Tokyo.
Con la intención de conseguir fondos para realizar nuevas adquisiciones decide vender por internet material falsificado que aún permanecía en poder de su padre. Desgraciadamente, la transacción no resulta satisfacctoria puesto que obtiene de su cliente la cantidad acordada... y algo más a cambio. Ichigo, una pandillera juvenil con problemas de conducta, parece disfrutar de la compañía de la emperifollada Momoko y le hace frecuentes visitas para la desesperación de ésta, devota seguidora de una filosofía personal basada en el aislamiento y en mantener el menor contacto posible con la especie humana. Las barreras se derribarán cuando ambas emprendan un viaje en pos del legendario bordador de atuendos para gansters de Daikanyama.

La búsqueda consciente de la individualidad suele producir resultados opuestos a lo deseado, pues lo que se obtiene de ella con frecuencia es la estandarización. Después de todo, ¿no reforzamos el concepto de "normalidad" al oponernos a él? Rechazándolo aceptamos su existencia y, por tanto, aumentamos la intensidad de su influencia. En el mejor de los casos conseguiremos parecernos a un puñado de individuos en contraposición a la gran masa, lo cual supone una victoria entre pírrica e insignificante. Por este motivo, los que utilizamos el cinismo como lengua común observamos con expresión divertida la proliferación de movimientos estético-culturales surgidos en el país del Sol Naciente bajo la coartada de la diversidad.
Usted lo nombra y ellos lo tienen: personas adultas vistiendo como estudiantes de instituto, neo-góticos con exceso de Rimmel, aficionados a las prendas victorianas, cosplayers, chicas de piel marrón subido y horroroso maquillaje a juego...
Lo mencionado y mucho más halla cabida en Japón, el centro neurálgico de la automatización y culto al trabajo pero también blanco continuo del estupor para el mundo occidental.

Shimotsuma Monogatari, película altamente coyuntural pero de temática (cómo no) universal, sirve de tímida aproximación a este fenómeno genuinamente oriental. El transfondo subyancente, no obstante, goza de una dilatada trayectoria en el ámbito cinematográfico. En esencia no deja de ser la consabida historia acerca de la crisis de identidad adolescente unida a la no menos manida exploración de la amistad tan tratada en los buddy films (vertiente femenina).

Es pertinaz destacar que el primer tercio de la cinta ofrece diálogos que hacen presagiar el intento de ofrecer una nueva y distanciadora perspectiva a la trama. Por ejemplo, cuando Ichigo se disculpa ante Momoko diciendo "No debí haberte juzgado por las apariencias" y ésta le contesta impertérrita "Está bien. Los humanos son seres superficiales".
Lástima que conforme se consumen los minutos el nivel de azúcar crezca en proporción a la previsibilidad del filme.
No, no es en el guión donde los méritos de Shimotsuma Monogatari residen.

Exceptuando las filias y fobias de la pareja protagonista, cuya definición apenas sobrepasa lo esquemático, las líneas destinadas a aportar toques de originalidad están contadas.
Sin embargo el apartado visual brilla con especial fulgor, constituyendo un argumento contundente, definitivo, para permanecer pegado a la pantalla hasta el final sin que la acumulación de clichés enturbie nuestra determinación.
Narrativamente el campo de actuación pertenece al terreno bien acotado de la realidad que se ve invadido de manera esporádica por pequeños arrebatos de locura en forma de animación (ya sea superpuesta a los actores o en segmentos de puro anime) o comportamientos fuera de lo común (por ejemplo, cuando la Momoko infantil se separa para siempre de su madre lo hace mediante el significativo acto de volar). Considerando además el vibrante cromatismo de la fotografía se entiende a la perfección la multitud de comparaciones expuestas desde algunos sectores de la crítica con Amélie (Jean-Pierre Jeunet, 2001).
De obligada mención son los planos panorámicos que en ocasiones nos regalan bellas vistas del Japón rural. Imágenes para recrearse a gusto de un escenario no demasiado frecuentado por el cine actual.

Y hablando de placeres visuales, no se puede obviar el producido al contemplar a la pareja de actrices protagonistas: Kyôko Fukada y Anna Tsuchiya. La primera se esfuerza en retratar un tipo de personaje de manierismos habituales en el anime con éxito notable, si bien posee cierta tendencia a empalagar (independientemente de la intencionalidad), y la segunda convence en su papel de matona, yankee para los nipones, con buenos sentimientos. Esta última se adjudica algunos de los momentos más hilarantes del filme, concretamente cuando despliega su repertorio de cabezazos y zancadillas sobre su querida amiga Momoko.

A Shimotsuma Monogatari le falta mordiente para llegar a convertirse en una película verdaderamente admirable. Queda como una curiosidad a medio camino entre la marcianada entrañable y el pastelito rosa que a priori sugiere. Algo similar a lo ocurrido con la reciente adaptación a imagen real de la creación de Go Nagai Cutie Honey (Hideaki Anno, 2004), pero dejando un mejor sabor de boca.
En cualquier caso, es indiscutible que su puntuación a nivel de kawaii supera todos los baremos posibles. Las capturas que acompañan al texto así lo atestiguan.

Bueno, podría ser peor. Podría llover.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Si no recuerdo mal, a MEKA le gustó bastante.

Visualmente es una delicia. Se nota que cada imagen está cuidada con mucho mimo así como de espíritu autocrítico.

Saludos.

11:46 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

kamikaze girls existe en español? por favor si alguien la tiene, que me lo diga.plz

8:43 p. m.  
Blogger superdiscochino said...

Doblada me figuro que no, pero subtítulos puede encontrarlos en www.subdivx.com.

Saludos.

1:20 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bueno... por si no lo sabes, esta película es la adaptación al cine de la novela del mismo nombre "Shimotsuma Monogatari" del escritor Novala Takemoto, también conocido por ser un afiliado a la marca que mencionas en tu referencia "Baby, the stars shine bright"; que es una tienda que ofrece ropa del tipo lolita, moda inspirada en la época del rococó. Por eso hace mención la película del rococó, cuando Momoko habla al principio, sobre la época en la que le gustaría haber nacido.

Novala Takemoto ya es reconocido en Japón por hacer participación en esta tienda y también por exponer sus ideas del rococó y del estilo de vida de la subculutra lolita en sus diferentes novelas.

Es por ello que el diálogo de la película tiene ese "aire fresco" del que hablas (o eso entendí)...

Informándote mejor, tu crítica también sería mejor, digo, podría llover, ¿no?

2:27 a. m.  

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