29.11.06

Pero, ¿quién es Drácula? (9)


Roger Daltrey
Vampirella (Jim Wynorski, 1996)


El desastre de proporciones bíblicas que constituye la adaptación fílmica del cómic Vampirella es un tour de force de despropósitos difícil de superar. Aun admitiendo la dificultad inherente en elaborar un producto cinematográfico a partir de un material base tan propenso al ridículo (acaso porque sus planteamientos sólo funcionen en el medio del tebeo y no sea factible la traslación), concatenar tantas pifias y mal gusto en aspectos como el vestuario, los efectos especiales o los (hirientes) diálogos, se justificaría incluso mejor desde la intencionalidad que desde la ineptitud de sus responsables. Esta película producida por Roger Corman fracasa desde el mismo diseño del atuendo de la vampira, razón de ser del personaje, que convierte el atrevido modelito original formado por dos tiras de tela en una especie de traje de baño futurista unido a un pañal para adultos con pérdidas de orina. Desde luego, no iba a ser Jim Wynorski, ejecutor de la perniciosa Ghoulies IV (1994), el encargado de enderezar el rumbo del barco, sino más bien todo lo contrario. Lo cual no deja de ser una pena, ya que al menos Talisa Soto parecía una opción aceptable para encarnar a la heroína.

Drácula, al que llaman Vlad durante la mayor parte del filme, no logra escapar al funesto panorama global y tiene que enfrentarse a la interpretación de un Roger Daltry que asume erróneamente que la etiqueta de "animal escénico" es extrapolable entre artes. Bajo los focos de un escenario, con un micrófono en la mano junto a sus compañeros de The Who Daltrey encandila, pero tras las cámaras y recitando líneas se queda en "animal" a secas. Tampoco es como si le tocase lidiar con una vibrante creación surgida de la pluma de Oscar Wilde, claro. Sin embargo, la sobreactuación constante subrayada por un insistente ciclo de muecas y siseos se empeña en situarle en muy mal lugar. No ayuda un vestuario por encima de las connotaciones del vocablo hortera y el mechón de pelo postizo de quita y pon que porta. Para colmo de males, a este Drácula alienígena lo emparentan con el Lestat de Anne Rice al transformarlo en un cantante de rock que nos torturará con la interpretación íntegra de uno de sus temas (probablemente un descarte de tercera fila del repertorio de Daltrey). Sus súbditos distan notablemente de las distinguidas (y liberadas) vampiras de las películas de Terence Fisher y se identifican con un grupo de zorrones y macarrillas enfundados en cuero.
Dolor es la expresión aplicable al pensar que Hammer estuvo a punto de rodar su particular visión del cómic décadas atrás (se dijo que con Caroline Munro, nada menos, luciendo trapitos) mientras que los aficionados hemos tenido que conformarnos con semejante engendro. Ay.

1 Comments:

Blogger Pep said...

los Who son MUY grandes y Daltrey con ellos también... en solitario ya es otro cantar (nunca más adecuado).

Pero su "interpretación" en esta Vampirella es nefasta, bordeando el ridículo a cada segundo. Mira que me advirtieron que no la viese...

10:03 p. m.  

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