19.11.06

Little Valerie in Slumberland


VALERIE A TÝDEN DIVU

Jaromil Jireš, 1970

Jaroslava Schallerová
Helena Anýzová
Jan Klusák
Petr Kopriva

5/5

Desde edades muy tempranas me ha resultado fascinante la despreocupada alegría con la cual el ser humano se entrega a los brazos de Morfeo. El dormir, además de cumplir una necesaria función fisiológica en nuestro organismo, no deja de constituir un acto de fe considerable. Después de todo, qué garantías se nos ofrece de despertar sanos y salvos, cómo saber que la puesta en pausa de nuestra consciencia no va a ser definitiva... ¿podemos considerar juicioso confiar en algo que no arroja más que incertidumbre?
Evidentemente, esta línea de pensamiento se descarta desde el mismo momento en que está en las antípodas de lo que calificaríamos como una conducta adaptativa, pero a poco que se reflexione sobre ello uno halla nuevos significados en esta actividad cotidiana.
Horribles significados, espantosos significados.

Dormir es un salto al vacío sin asideros, un síntoma latente de la enfermedad humana y, en última instancia, la negación de la propia vida.
No obstante, existe una válvula de escape que nos proporciona un hilo al cual aferrarnos mientras andamos a tientas por la oscuridad: los sueños.
Acaso el único recordatorio permitido de nuestra identidad durante estas horas cruciales, los sueños pueden convertirse un placentero solaz ante la angustia de lo diario o el peor terreno en el cual enfrentarnos a los temores más recónditos.
Lo cierto es que nadie parece comprender en su totalidad el mecanismo que los conjura y hace funcionar y, sin embargo, es factible afirmar que las imágenes aparentemente inconexas que les dan forma se rigen por algún tipo de lógica, aunque ésta quede restringida al plano onírico y no seamos capaces de aprehenderla más que a través de una elaboración a posteriori.

Esta peculiar característica de los sueños se ha intentado trasladar al cine en numerosas ocasiones, pero raramente con la misma fortuna que en la hermosa Valerie a Týden Divu.
El juego de contradicciones y ambigüedades planteado tan sólo halla contrapartida en el artículo genuino, y, aún así, el inusual acierto en su representación asombra pasando de puntillas por los rincones inactivos de nuestra mente. Personajes, situaciones y escenarios cambian continuamente sin perder coherencia, puesto que ésta se crea y destruye a cada minuto, casi a cada fotograma. Identidades, relaciones familiares y estados vitales están en perpetuo movimiento, adquiriendo nuevos matices sin cesar. La disposición del espacio es elástica, posibilitando la aparición de los actores en los lugares más insospechados (tumbados encima de una estantería, subidos a un campanario, en el interior de un ataúd, encadenados sobre un riachuelo...). El tiempo es un constructo que ahora más que nunca precisa la participación expresa del individuo.

Para conocer con propiedad a qué aternos basta con enumerar el Dramatis Personae: La joven Valerie enamorada del que podría ser su hermano Orlik, actor ambulante / mozo de los recados de Richard que según él asesinó a sus progenitores. El mencionado Richard, presunto padre de ambos (se afirma y niega alternativamente), vampiro por naturaleza, turón por arte de magia y guardia / obispo por vocación. La angulosa y sensual abuela / prima / madre de Valerie, cuya cama fue compartida por éste y por Gracian, misionero de beata apariencia que alberga lujuriosas intenciones hacia Valerie. Hedvika, casada con un avejentado granjero, víctima de los colmillos de los "padres" de Valerie y amiga / amante de ésta.

Conviene remarcar que la utilización del término "juego" realizada anteriormente tiene poco de gratuita, pues durante toda la historia predomina un ánimo ambivalente entre el peligro constante y la valoración lúdica de lo sucedido. Mientras que los actos de presencia del vampiro que puede ser o no ser el padre de Valerie suelen ser sombríos y amenazantes, y aún siendo sometida la protagonista a situaciones terribles, en todo momento cuenta con un plan de fuga simbolizado por los pendientes de propiedades mágicas. Especialmente significativa es la escena en la que una risueña Valerie es inmolada públicamente en una pira funeraria. Por cruel que parezca el escenario, siempre se ofrece un resquicio de seguridad que sólo otorga la convicción de estar viviendo un inofensivo sueño.

A los pendientes se les asigna un papel, nunca explicado de forma meridiana, que cobra una suma importancia en el desarrollo de la cinta. Elemento que salva a Valerie de cualquier percance, horroriza a su abuela que le insta a que se deshaga de ellos. Según le comenta a la niña, esos ornamentos pertenecieron a su madre y únicamente dejó de usarlos cuando ingresó en el convento.
Extraer una lectura moral del suceso entra dentro de lo previsible y más si tenemos en cuenta el discurso global del filme.

El eje central de la trama tampoco escapa a la dualidad reinante. No es necesario acudir a rocambolescas justificaciones para reinterpretar la película como una metáfora del despertar sexual en la adolescencia disfrazada de cuento feérico, si bien ahí no se agotaría su riqueza temática. Valerie ejerce de observadora, pero también de sujeto activo (en ocasiones muy a su pesar) de un nuevo mundo que se despliega a su alrededor. Las claves se sitúan en primer plano desde el mismo inicio y se suceden sin tregua:

- Un placer vouyerístico: El producido por deleitarse mirando a un grupo de muchachitas besarse en el río.
Momento muy entroncado con las obsesiones habituales del fotógrafo David Hamilton, representa una primeriza pulsión sexual resuelta de manera inocente.

- Valerie tiene su primera menstruación al pasear por las inmediaciones de su casa. Las gotas de sangre caen encima de las flores en el suelo.
Símbolo más que evidente del final de la infancia y penetración en la esfera adulta, la menstruación es una imagen de gran poder visual y evocador que no acostumbra a prodigarse en el cine.

- El vampiro obliga a Valerie a observar a escondidas una escena íntima entre su abuela y Gracian. La mujer no sale muy bien parada, pues suplica desesperada al misionero que le haga el amor. Éste ya no la encuentra atractiva y sólo ofrece negativas, ante lo cual su insatisfecha amante procede a fustigarse con un látigo.
Una viñeta cargada de significado porque hasta ahora el papel de la abuela era un ejemplo de recato. Valerie aprende que en el universo de los adultos nada es lo que aparenta, y que bajo las normas y rectitud se esconden todo lo contrario: el deseo; animal e incontrolable. Por si fuera insuficiente, el impacto se incrementa al autohumillarse despojándose de toda dignidad.
En boca de la incrédula muchacha: "Sólo es un sueño. Estoy durmiendo y sólo es un sueño"

- Después de contarle a Valerie una ambigua anécdota sobre la conversión de una menor al cristianismo, Gracian irrumpe en su cuarto e intenta violarla. Al desnudarse deja ver un colgante hecho de colmillos que escondía tras el hábito.
Nueva muestra de lo anteriormente mencionado, esta vez con consecuencias aún más desagradables para Valerie. Atención al objeto que queda a la vista, pues guarda un alto valor connotativo.

-Etc, etc...

Valerie atraviesa un proceso de maduración sexual cuyo punto de partida tiene lugar en los primeros minutos de la película, concretamente cuando la joven ve por primera vez al vampiro desde su ventanta; Conejo Blanco de la curiosa Alicia. El no-muerto aparece tapándose el rostro con una máscara que aparta para dejar ver un semblante monstruoso y un atractivo hombre alternativamente. Este juego de espejos viene precedido por la aparición de un turón que sin ningún motivo aparente inquieta a Valerie. Más tarde averiguaremos que el simpático animal es una más de las manifestaciones de Richard, personaje que actúa de impulso para el cambio del status quo en la historia.

No es casualidad que el encargado de trastocar los esquemas de Valerie y la seguridad de su mundo infantil sea una figura cuya identidad fluctúa continuamente. Tan pronto se muestra cariñoso con ella como despiadado e incluso dañino para su integridad. Forma parte de un subtexto presente en el filme que podríamos equiparar con el Conflicto de Atracción / Evitación tal y como lo define la psicología moderna. La protagonista obtiene consciencia de una nueva faceta de su personalidad que le fascina y aterra a la vez, al igual que Richard. Un conocimiento que marca con huella indeleble ("¿Tengo los labios manchados?", pregunta). El sexo puede ser una fuente de placeres (Hedvika) pero también una experiencia amenazante (Gracian, Richard...). A veces ambas opciones coinciden en el tiempo y el espacio. Y cuando las florecientes sensaciones crecen hasta que no deben ser ignoradas produciendo rechazo, siempre queda recurrir a la negación mediante el tabú del incesto (¿realmente Orlik es su hermano o prefiere creerlo?).

Atención también a la reveladora noche de bodas de Hedvika, la cual Valerie contempla espantada desde su cama sin mediar explicación alguna de cómo el prodigio se hace posible. Al igual que en el resto de la película, cabe la interpretación de que lo mostrado no exista fuera de la burbujeante imaginación de la niña. A fin de cuentas es el único personaje que no muda de piel a cada escena, permaneciendo reconocible en todo instante. El resto no paran de mutar como si de un sueño se tratase.

Para acompañar a las sugerentes propuestas del guión, Jaromil Jireš compone unas imágenes sublimes, de una fotografía especialmente notable. La escenografía del filme tiene un caracter pastoril acorde con las localizaciones propias de los cuentos de hadas de los que la cinta es deudora. En términos simplistas, la dualidad permante se traduce en un contraste entre el blanco (color asociado tradicionalmente a la pureza) del cuarto de Valerie y el negro de húmedas criptas y lugares de reunión para hacer realidad oscuras fantasías.
Lástima no haber podido disfrutar del plano visual en óptimas condiciones a causa de poseer una copia deficiente (cromatismo apagado y falta de definición), pues se nota que se ha puesto un cuidado extraordinario en su consecución. Quizás la reciente edición en DVD consiga paliar dichas carencias, pero mientras no se realice un trabajo de restauración exhaustivo habrá que conformarse con "lo que queda de" más que con "lo que debería ser".

No menos estimulante resulta la banda sonora, que combina ensoñadoras flautas con angelicales coros de niños. El mismo comienzo de la cinta, con esa línea melódica tan cristalina poniendo el contrapunto a planos de Jaroslava Schallerová sosteniendo una paloma, atusándose el pelo o comiendo cerezas, constituye una magnífica carta de presentación que hace intuir el estar a punto de presenciar algo grande.

Queda claro que la obra luce unos imponentes valores artísticos, que, sin embargo, no han hallado correspondencia en su apreciación popular, siendo relegada a un estatus de culto cuya orientación minoritaria se reduce con el transcurso de los años.
Prueba de ello es su reciente programación en el Festival de Sitges o la influencia ejercida en otras artes como la música. Al respecto, es necesario destacar la versión-homenaje del tema principal de la película que el grupo británico Broadcast plasmó en el excelente disco Ha Ha Sound (2003).
Si desean escucharla basta con dirigirse aquí.

Buena parte de culpa del ostracismo al cual está sometido el filme procede de la (equivoca) identificación de desnudos de menores con pornografía infantil y la hoy tan perseguida pedofilia, fuente de una considerable psicosis en la red de redes.

Estigma compartido por importantes títulos como Bilitis (David Hamilton, 1977) y Tomato Kecchappu Kôtei (Shuji Terayama, 1971), cuya distribución comercial se ha visto muy perjudicada por sus incómodas (para algunos ojos) imágenes.


A pesar de contar con una mentalidad abierta en este terreno, es difícil no plantearse límites y barreras morales. Estar de acuerdo en que la mera exhibición del cuerpo desnudo de un/a niño/a no entraña peligro alguno para su posterior desarrollo emocional recibe un rápido consenso, pero si hablamos de implicar al pequeño actor en prácticas de índole sexual, aunque sean absolutamente fingidas, la cosa no está tan clara.
En opinión del firmante, y por fortuna, Valerie a Týden Divu permite disfrutar de su visionado sin reparo alguno, partiendo, eso sí, de que los lectores de Hijo de Celuloide (sí, me refiero a ustedes cuatro) respiran los prejuicios justos. Catorce espléndidos años de la no menos deslumbrante Jaroslava Schallerová son mostrados en toda su gloria, dispuestos a robarnos el aliento a base de risas, llantos, vida y belleza en estado puro. Tal vez incluso logre enamorarnos.
(Tómese lo anterior como se quiera.)

Repasando lo escrito me doy cuenta de que no está a la altura de las circunstancias. Este texto supone un pobre tributo a una obra imposible de abarcar, de belleza inaprensible que anida en el propio corazón del concepto. Me doy por contento, pues, si por lo menos ha servido para despertar la curiosidad del lector por la durmiente Valerie.
Dulces sueños y no pierdan de vista esos pendientes.

5 Comments:

Blogger Pep said...

Vaya, el principio tan nihilista del post me hacía presagiar un tono más oscuro... Pero al llegar al párrafo donde dices lo de las muchachitas que se besan en el rio me he quedado más tranquilo.

Como siempre, pinta muy interesante... y una vez más me pregunto como llegas a dar con estas películas que no conoce casi ningún ser vivo!!

Supongo además que somos más de cuatro los que te leemos ¿no? Bueno, cinco si contamos al del periódico ;-)

Un abrazo!

1:33 p. m.  
Blogger superdiscochino said...

Pues sí, debería haber actualizado el texto incrementando la cuenta de cuatro a cinco.
Ahora ya es demasiado tarde, pues me da pereza. : )

¿Cómo se descubren estas películas? Supongo que investigando un poco... y también por pura casualidad.
En cualquier caso, lo que unos desconocen otros consideran noticias del pasado y absolutamente todos tenemos nuestras lagunas cinéfilas. Es ley de vida.
Valerie, en concreto, ha trascendido el anonimato en los últimos dos años gracias a su proyección en diversos certamenes cinematográficos.
Hasta se va a editar su estupenda banda sonora en breve, ante lo cual me regocijo.

Un saludo.

4:33 p. m.  
Blogger Iveldie said...

Este blog cada dia me sorpende más, vaya joyas ocultas estoy descubriendo por aquí. Me encanta tu labor haciendo las reseñas, escribes muy bien y das muchísima información interesante. Me pongo ya mismo a buscarla. Muchas gracias por esos subtitulos! Saludos!

12:12 p. m.  
Blogger superdiscochino said...

De nada. Gracias por sus palabras, Iveldie.

Un saludo.

5:37 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Primera vez en el blog y me ha parecido excelente en contenidos y por supuesto, en su redacción pero, al grano, Dónde la consigo ?

1:02 p. m.  

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