1.11.06

Inocencia interrumpida

THE DEFILERS

Lee Frost, 1965

Carl y Jim son dos amigotes norteamericanos, blancos, jóvenes, bien alimentados y mantenidos por sus queridos progenitores cuyo modus operandi en la vida pasa por la continua búsqueda de diversión. No obstante, quemar la ciudad en sus descapotables y retozar con compañeras intercambiables en la playa o donde se tercie está perdiendo su efímero atractivo a marchas forzadas. Especialmente para Carl, que trata de convencer a Jim de que los placeres de los que disfrutan son banales. La magnética personalidad de este será suficiente para persuadir a su influenciable amigo de llevar a cabo un descabellado plan sin tener en consideración las posibles consecuencias. Juntos van a apoderarse de una chica a la que nadie echará en falta y procederán a cosificarla mediante su encierro en un sótano y conversión en mero juguete sexual siempre dispuesto a aplacar sus bajos instintos. Pero a estos hedonistas no les basta con forzar a su víctima y ahondarán en la denigración de la joven a base de palizas ocasionales.
¿Serán capaces de poner fin a un comportamiento tan vil antes de que la espiral de violencia les lleve a un punto irreversible?

Más allá de las consideraciones artísticas, The Defilers supone un título crucial a la hora de entender la evolución del fenómeno exploitation. A principios de los sesenta se optaba por una visión lúdica del sexo en el Cine B, insertando desnudos en un entorno despreocupado cuando no directamente humorístico. Sin embargo, era preciso ofrecer un valor adicional que retuviese la momentanea atención concedida por los espectadores ávidos de sensaciones fuertes y la fórmula para lograrlo era tan antigua como la vida misma: conjugar el sexo con la violencia. De esta forma se pasó de las inocentes nudies a las mucho más perniciosas moralmente roughies. The Defilers no es el primer exponente cronológico de este movimiento (ni el más osado), pero sí pertenece a la primera hornada de aberraciones amparadas por este precepto y es frecuentemente citada como uno de las cintas más representativas del subgénero. Varios francotiradores, entre ellos el responsable del guión, David F. Friedman, se encargarían de recrudecer progresivamente el planteamiento de proyectos sucesivos alcanzando niveles a los que esta timorata película apenas se aproxima. Después de todo, y por reprobable que sea la ética de la pareja protagonista, los sucintos asaltos sexuales y zurras acontecen en segundo plano la mayoría de las veces, posibilitando el mantener los ojos fijos sobre la pantalla sin demasiados reparos morales.

Pasemos revista a los aciertos. Por una parte nos encontramos con una siempre elegante fotografía en blanco y negro que unida a los inusuales encuadres (tan torcidos como las aviesas intenciones de Carl y Jim) componen un panorama visual austero mas atractivo. El complemento de una banda sonora a medio camino entre el jazz y el lounge (en contraste con momentos de incómodo silencio) figura también en el apartado de pros. Tampoco molestan las muestras de anatomía al natural, sin innecesarias intervenciones quirúrgicas que estropeen la belleza y diversidad del cuerpo femenino.
Pero lo más destacado de la propuesta lo aporta el pasadísimo de rosca personaje compuesto por Carl, que nos obsequiará con perlas dialécticas de alto nivel que ilustran su inusual filosofía vital. Este prototipo de sadomacho burgués enseña a futuras generaciones el modo correcto de tratar a las mujeres. ¿Que no se dejan magrear en tu apestoso y mugriento cuchitril subterráneo? No importa. Una oportuna bajada de ropa interior y unos cuantos cachetes sobre las nalgas consiguen transformar la negación en banda y los reproches iniciales en entrega incondicional.
Todo un modelo de conducta sobre el cual realizar anotaciones.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ey, qué buena pinta tiene esta película! ¡Cachetes en culos virginales adolescentes! ¡Mierda, me acaba de salir un grano en la rodilla derecha!

Turno de preguntas: El contenido violento/erótico-festivo, ¿resulta similar al ofrecido a las pinku-eiga? ¿Existen subtítulos en castellano?

Saludos.

10:59 p. m.  
Blogger superdiscochino said...

Qué va. Ya advierto que en el plano "erótico-festivo" resulta más bien tímida para los tiempos que corren. Hay muchísimas "pinku-eigas" más atrevidas.

Por otra parte, en esta ocasión, y para no perder las malas costumbres, TAMPOCO hay subtítulos en ningún idioma. Así que "a pelo" o nada.

Un saludo.

8:21 a. m.  
Blogger Pep said...

Si es que Pajares y Esteso no inventaron nada...

8:56 p. m.  
Blogger Antonio said...

La verdad es que ni había oido hablar de esta peli, tendré que echarla un vistazo ;)

1:53 p. m.  

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