10.9.06

Peligrosa Zeductora


DANGEROUS SEDUCTRESS

H. Tjut Djalil, 1992


Kristin Anin

Tonya Lawson

Amy Weber
Joseph Cassano


2,5/5

Existen tantas cosas en este mundo azul, esférico, ingrávido y cubierto de crema de pistacho en el que vivimos que no alcanzo a comprender. Y aún admitiendo que parte de la responsabilidad corresponde a mi limitado bagaje intelectual, es difícil evitar sorprenderse al descubrir un nuevo enigma, una nueva incógnita a despejar.
El concepto de infinito, la construcción de las pirámides, el funcionamiento de mi VHS, la configuración espaciotemporal del universo, el valor culinario del caviar... la lista es interminable, y para colmo ahora he de añadirle Dangerous Seductress.

Fruto de la prodigiosa imaginación de H. Tjut Djalil, director que anteriormente nos aturdió con obras del calibre de Pembalasan Ratu Pantai Selatan (Lady Terminator, 1988) y Leák (Mystics in Bali, 1981), Dangerous Seductress representa un paso más dentro del imposible cine indonesio hacia la destrucción de los últimos resquicios de salud mental del espectador / víctima.
Ustedes quizás piensen que exagero, que magnifico mis expresiones en un desesperado y triste intento de captar vuestra atención. Si éste fuera el caso (¡cuánta osadía!), aconsejo intentar retener en mente el siguiente concepto: Pezones de los cuales Surgen Rayos Eléctricos.
¿Que no es suficiente? Afortunadamente una imagen vale más que mil palabras; si bien nunca he comulgado al cien por cien con el mencionado aforismo. Existen imágenes e imágenes, al igual que palabras y palabras (también cafés y cafés, pero eso no viene al caso).
Como en Hijo del Celuloide no tenemos reparos a la hora de recurrir tanto a unas como otras, sirva un repaso por los primeros minutos del filme como muestrario de sus abyectas intenciones.

Los títulos de crédito se superponen a planos aereos de una ciudad no identificada. Como se trata de un escenario excesivamente trillado, el toque de originalidad viene por parte de la banda sonora compuesta por una pieza tecno-gregoriana de ésas que a principios de los noventa representaban el colmo de la sofistificación y que ahora avergonzaría al dominguero más pintado.
De ahí pasamos a una persecución en coche. Sabemos a través las medias en la cabeza a medio desplegar y las joyas que sostiene uno de los ocupantes del vehículo el motivo de tal alboroto. Lo que no se entiende es que un criminal se dedique a darle puñetazos en la cara a uno de sus compañeros (¡al que está conduciendo!) durante la fuga. Comienza el tiroteo y uno de los balazos va a dar al brazo del conductor (otros rompen las lunas delanteras y traseras). La respuesta de su copiloto es la misma: molerle a palos.

Llegan los refuerzos, un policía motorizado, en una entrada espectacular. La moto salta por encima del coche de los criminales como si de una exhibición deportiva se tratase y se empotra contra los agentes del orden en un fatal accidente.
Parece que los ladrones se van a salir con la suya, pero, ¡no!, pierden el control del vehículo que comienza a dar vueltas de campana. En el proceso se vuelven a romper por enésima vez los cristales en lo que bien podría suponer un error de continuidad, pero que en realidad constituye una ingeniosa metáfora sobre, uh... ¿la difícil sitación de la industria en Indonesia?
Se nos concede poco tiempo para meditar sobre ello, pues el brazo de uno de los accidentados sale despedido y llega hasta el suelo, donde le espera un oportuno trozo de cristal que secciona una falange. La sangre salpica la escena y de la tierra surge un objeto que queda empapado en ella. Se trata de un espejo que se abre como flor silvestre. Entonces el dedo amputado decide cobrar vida propia y se dirige al trote hacia el espejo para introducirse en él en un extraño apareamiento.

El cielo se cubre de rayos y aparece la figura de una mujer vestida de forma estrafalaria que suelta grititos de júbilo estilo cheerleader. Se desvanece y en su lugar hace acto de presencia un esqueleto humano en el suelo. Lentamente va tomando forma, la de una bella mujer (la misma de antes) que al comprobar que ciertas partes de su anatomía no han sido cubiertas por carne sucumbe a la histeria. Un oportuno can se acerca a olisquearla y morderle el tuetano desprotegido. La chica responde cogiéndole la cabeza con ambas manos, arrancándola de cuajo y lanzándola lejos en un intento de hacer canasta de tres puntos. No satisfecha por su hazaña, succiona la sangre del perro a distancia (no pregunten cómo), lo cual le otorga el material adecuado para terminar de reconstruirse. De paso comienza a soltar rayos por los pezones y las nalgas, no vaya a ser que su etiqueta no sea la correcta. Vuelve a proferir grititos de animadora mientras la escena se mueve dificultósamente, como observada a través de una persona en avanzado estado etílico. Brazos subteráneos tratan de asir la pierna desnuda de la chica ante su espanto. Se incrementan los alaridos y las descargas eléctricas antes de dar carta blanca a un fundido en negro.

Los Ángeles. Una mujer viste de gala en su lujoso comedor. Llora. Tiene preparada una cena romántica para su marido que, una vez más, se retrasa. Cuando el canalla entra por la puerta porta un ramo de flores en las manos y disculpas en la boca. No es suficiente. "Nunca aprecias nada de lo que hago", le espeta la mujer de nombre Susan. Sin embargo, se guarda un as en la manga en forma de regalo carísimo. Susan sonríe mientras sostiene el anillo en la mano. Suena música romántica. Él comienza a besarla y ella le insta a cenar antes de hacer el amor, pero su marido no se muestra muy por la labor, así que recibe una bofetada. La contestación viene en forma de paliza. El hombre tira a Susan encima de la mesa, le despoja de la ropa y comienza a violarla mientras le propina puñetazos en la cabeza cuya sonorización parece sacada de una película de Bud Spencer. A duras penas consigue zafarse y salir por patas del edificio. Una vez fuera hace lo más lógico, es decir, acudir a una cabina de teléfono para llamar a su hermana. ¿A quién si no?

Ésta se halla bailando en una fiesta con su patético novio con hombreras al son de una copia del tema principal de Dirty Dancing. Es el primero de una serie de larguísimos videoclips diseminados dentro del filme.
Pronto descubrimos nombre (Linda) y profesión (modelo) de la joven. También que es su cumpleaños, puesto que dos invitados se acercan para entregarle sendos regalos. Uno le obsequia con un libro sobre cosméticos mientras que otro hace lo propio con un volumen sobre Magia Negra procedente de Sumatra. Lo normal en este tipo de compromisos, vamos. Medias, discos, relojes, un libro de hechizos...
La cuestión es que recibe la llamada de su hermana y le insta a que venga a vivir con ella. Tan pronto como llega tiene a que partir a Bali a una sesión de fotos, así que Susan se queda sola y ante el previsible aburrimiento opta por leer en voz alta el libro de magia mientras enciende velas por toda la casa.

Nos reencontramos con la gritona eléctrica que logra librarse de los brazos que la sujetaban. Acude a la invitación de Susan lanzando su cabeza al aire (supongo que no podía permitirse un taxi) y aparece en el espejo de su habitación que se encuentra en llamas. Educación no le falta a la condenada, porque no duda en presentarse: "Soy la Reina de la Oscuridad, cuya belleza está envuelta en misterio." Y ahí no queda el asunto puesto que le ofrece sus poderes a cambio de usar su cuerpo (no excitarse prematuramente). A La Reina se le ponen las extremidades rojas y hace pasar a Susan al interior del espejo. Acto seguido vuelve al emplazamiento en el que la conocimos a cumplir el cupo diario de gritos. Está dentro de Susan. ¿Cómo celebrar la toma de posesión de su nuevo recipiente humano? Pues ofreciendo al espectador un pase de modelos a ritmo de videoclip (otro) mientras de fondo una voz se desgañita cantando "She's a dangerooooooous seductress".

Ahora la acción se traslada a un cutre-club nocturno lleno de horrorosos yuppies engominados en el que suena horrorosa música. La Reina / Susan se dirige al camerero y pide un coñac. Uno de los dos ejecutivos sentados a su lado le sugiere un Sexo en la Playa, y ésta contesta alabando lo ingenioso de su proposición. Y ya metidos en harina, le echa una miradita a una mujer que estaba observando la escena haciendo que su bebida le estalle encima. Tras una pelea entre los dos amigos por los favores de la mujer al más puro estilo cavernícola y unos cuantos planos de bailes inenarrables, el macho dominante se lleva a la doncella en su coche.
Por el camino se dan cuenta de que les persigue el pretendiente rechazado, lo cual supone un fastidio que Susan resuelve llenando sus ojos de sangre pintada y el cristal delantero de su coche del mismo líquido elemento. Esto confunde al conductor lo suficiente como para desplazarse en eses. Inesperádamente, el vehículo comienza a circular a una velocidad imposible y estalla primero el maletero y después el resto del transporte. Fin del incordio y ¡bienvenido yate de ensueño!

En esta localización idílica comienza el magreo entre los dos parternaires. Ella demuestra que es una amante de la pesca sacando un anzuelo para hacer una herida y después lamer la sangre de su pareja. Como le sabe a poco, en la siguiente embestida atraviesa por completo su carne ante el horror del hombre que la lanza fuera de su cama de un empujón. Se encuentra visiblemente alterado, pero Susan logra calmarlo poniendo un par de posturitas sensuales.
Pelillos a la mar y de nuevo el desefreno. Tanto es así que a ella le da un yuyu rarísimo y se le desarrollan los colmillos cual Carmilla. El engominado ser muestra su horror primero y su dolor después cuando la mujer le clava a la pared con un arponazo. Lo peor está por llegar; Susan estampa uno de sus tacones de aguja en la cara del gimoteante pelele. Lo curioso es que como resultado ¡ella! es la que sangra. Concretamente vomita una ingente cantidad de sangre a presión, en un descarado guiño al cine nipón.
A mí me lo explicaron al revés. Cuando haces daño a los demás son estos los que sangran y no uno mismo, pero, en fin...

De vuelta al hogar la "Seductora Peligrosa" se desviste delante del espejo y con una navaja de afeitar se corta el cuello. La sangre sale disparada sobre el cristal y a continuación aparece la imagen de La Reina de la Oscuridad. Susan la recibe con expresión divertida.

Conviene recordar que lo anteriormente descrito son tan sólo los primeros minutos de una cinta que desde una perspectiva estrictamente occidental resulta poco menos que demencial. Claro que el impacto de la misma se ve considerablemente rebajado si has visto con anterioridad otras producciones de H. Tjut Djalil.
También es cierto que la banda sonora ayuda a convertir la experiencia de su visionado en algo (casi) digerible, pues cambiamos el delirio sonoro susceptible de producir hemorragias auditivas de Lady Terminator por el irrintante collage disco-ochentero de Dangerous Seductress. Aunque parezca mentira, la mejoría es notoria.
Por lo demás, se nos ofrece el ABC de lo que se espera de un filme indonesio, siendo el A cantindades ingentes de bizarrismo y el B y el C términos secundarios a definir.

Queda para la reflexión que a través de testimonios audiovisuales como el presente podamos deducir que los ochenta fueron una década que duró más de diez años en ciertas partes del globo.

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Nunca había visto u oído cosa tan demencial; merece un visionado, desde luego. ¡Si hasta sale Amy Weber! Alucino, alucino.

11:13 p. m.  
Blogger FHNavarro said...

SuperDisco, gracias por el encale-reseña de la historia de Gotham.

Muchas gracias.

Un saludo

10:18 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Existen subs de esta joyita?

12:02 a. m.  
Blogger superdiscochino said...

No que yo sepa. Una pena.

Saludos.

5:51 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Entonces disculpa la impertinencia, pèro la duda me corroe.... ¿Eres políglota, Has dado clases de Indonesio, o es que viene en Ingles o con subs en ingles??

12:38 p. m.  
Blogger superdiscochino said...

Mi copia está en inglés. Lo que no recuerdo ahora mismo es si es la versión original (creo que sí) o un doblaje.
Ya me gustaría a mí ser políglota... pero habrá que conformarse con lo que hay.

Saludos.

5:01 p. m.  

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