20.8.06

Un Fulci menor (diminuto)

LA CONQUISTA

Lucio Fulci, 1983

Lucio Fulci cuenta con un nutrido grupo de admiradores que rinden pleitesía al menú de incoherencias de guión, escenas de gore “pornográfico” y casposos efectos especiales que el difunto director italiano acostumbraba a servir en bandeja.
Por algún motivo que no termino de comprender, confieso no encontrarme entre ellos. Entiéndanme; disfruto a placer con esa atmósfera sobrenatural de maldad inexorable que nadie como él plasmaba sobre el celuloide, pero las carencias de sus filmes me estorban lo suficiente como para que su nombre pase a engrosar la nutrida lista de “uno de tantos”. Por otra parte, soy consciente de que muchos de los defectos que le atribuyo a Fulci están presentes, quizás en mayor grado, en figuras que tengo en superior estima como Jesús Franco. Se trata de una cuestión irracional e inexplicable, ya les digo.
En cualquier caso, no hace falta ser uno de los detractores del director (e incluso sus devotos seguidores, creo, coincidirán) para terminar de ver cintas como La Conquista y guardarla en el lugar más alejado e inaccesible de la videoteca.

Corría el año 1983 y la fiebre por las películas de espada y brujería aún estaba lejos de remitir. Por supuesto, no todo el mundo podía gozar del presupuesto de John Milius en Conan the Barbarian (1982), así que la mayoría de barbarianploitations se conformaban con reunir en un escenario inhóspito a un puñado de tipos cuyos pectorales diesen el pego en ausencia de camiseta, unas cuantas espadas de plástico y mujeres dispuestas a ser filmadas en paños menores. Con ese mismo espíritu se rodó la coproducción italo-hispana-mexicana La Conquista, bajo la batuta de un Lucio Fulci que, jugando a adivinar, se prestó al trabajo más por encargo que por vocación.
No extraña el resultado.

La película cuenta con una trama tan exigua que no merece la pena ni enunciarse. Tan sólo apunten que implica a una bruja caníbal y exhibicionista, una legión de Soldados-Perro, una tribu de cavernícolas y un arco azul fluorescente.
Destaca especialmente la apariencia de la hechicera, posiblemente el único acierto visual del filme, cuyo atuendo se compone de una máscara de oro, un escueto taparrabos y una capa de piel. Escasa vestimenta, pero suficiente como para dotar al personaje de una contundente presencia. Además, la mujer se adjudica las mejores escenas de la cinta, como aquellas en la que los Hombres-Perro le suministran una droga que le induce excitantes alucinaciones a disfrutar con los pezones notablemente erectos entre reptiles.
Tampoco faltan en esta ocasión las secuencias subrayadas de casquería que tanto agradaban a Fulci. Concretamente podemos recrearnos con espectáculos tales como la ingesta de cerebros en su envase natural, destrozos craneales, la separación longitudinal de una mujer y el padecimiento por parte de uno de los protagonistas de una enfermedad que llena su cara de llagas palpitantes y supurantes… ¡para después ser devorado por hormigas!

A pesar de que sobre la pantalla del monitor el panorama goce de cierto atractivo, existen dos elementos que convierten a La Conquista en una tortura en vida cuando tendría que ser un festival para devoradores de basura:
1) La banda sonora. Cuya monotonía y capacidad de irritar son propias de un filme de zombis de ínfimo presupuesto. Mortificantes sintetizadores y efectos sonoros sacados de videojuegos ochenteros logran que deseemos extirparnos los tímpanos auditivos o silenciar el volumen del televisor (lo que cueste el menor esfuerzo).
2) La fotografía. Toda la acción se halla cubierta de una niebla que dificulta el apreciar qué demonios está sucediendo. Y hablaban del filtro de David Hamilton
Para colmo de males Fulci se empeña en filmar casi todas las conversaciones a contraluz, con un deslumbrante Sol de fondo.

Estos aspectos terminan por rematar a un producto tocado de muerte desde su misma concepción, suministrando en conjunto al espectador dosis de malrrollismo inéditas.
La Conquista molesta a la vista, duele al oído y es el equivalente fílmico a despertarse con una tremenda resaca (e inquietantes molestias en la región inferior del cuerpo) tras una noche de excesos diversos. Juzguen ustedes mismos si semejante exposición coincide con sus preferencias.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me alegra ver que sacas algo te tiempo para actualizar la página. Como la mayoria de las veces no conozco la pelicula.

Saludos

8:13 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Me alegra ver que sacas algo te tiempo para actualizar la página. Como la mayoria de las veces no conozco la pelicula.

Saludos

8:13 p. m.  
Blogger FHNavarro said...

SD, me da mucho "miedo" el cine que ves :-)

Un saludo

4:05 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

XDDDDDDDD

11:56 p. m.  
Blogger Vastapenumbra said...

Supongo que son los años. Pero tenía mejor recuerdo de esta película...

Que pena.

11:34 a. m.  

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