29.5.06

The Flesh Eaters


THE FLESH EATERS

Jack Curtis,1964

Byron Sanders
Martin Kosleck
Barbara Wilkin
Rita Morley

3/5

La fama de The Flesh Eaters proviene de teorías arqueológicas que la sitúan como el primer título gore de la historia. Haciendo memoria se desmonta tal afirmación con facilidad, pues Blood Feast de Herschell Gordon Lewis está fechada en 1963 (un año antes que The Flesh Eaters, aunque parece haber cierta controversia al respecto) y, siendo precisos, su despliegue de atrocidades contra la integridad del cuerpo humano se aproxima con mayor fidelidad al estereotipo del subgénero, mientras que la película de Jack Curtis encaja sin complicaciones en el conjunto de producciones de ciencia ficción de la época. Aunque pocas estaban sazonadas por planos de carne macerada y borbotones de sangre como ésta, todo sea dicho.

Desplazar el radar hacia los nombres implicados en la obra resulta un ejercicio mucho más interesante. Así nos encontramos con el escritor Arnold Drake a cargo del texto del filme. Drake es relativamente famoso por ser el creador de Doom Patrol, revolucionario cómic de la Silver Age cuyo parecido con X-Men, buque insignia de la eterna competencia, avivó las llamas de la polémica. Cierto es que la diferencia en el matasellos de ambas creaciones es nimia, apenas meses a favor de Doom Patrol, pero las similitudes son tantas (ambos son un grupo de marginados bajo el liderazgo de un profesor en silla de ruedas) que reducirlas a la mera casualidad es una explicación insatisfactoria. El cómic es un maravilloso ejemplo de sense of wonder a raudales, con conceptos tan atrevidos como La Hermandad del Mal (antítesis del grupo de superhéroes compuesta por un cerebro viviente, un gorila parlante y una cambiaformas) o simplemente extravagantes como el Hombre Animal-Vegetal-Mineral. Los pulcros lápices de Bruno Premiani, al que artistas como Mike Allred rinden justa pleitesía, terminan por engrandecer un tebeo de virtudes que merecerían un artículo aparte. Arnold Drake trabajó en la industria del cine en tan sólo un par de ocasiones adicionales, ignotas para el que esto escribe pero que a tenor de sus llamativos títulos (50.000 Before Clothing y Who Killed Teddy Bear?) bien merecen un rastreo físico o virtual, lo que se tercie.

Por otra parte, el responsable del montaje es Radley Metzger. Autor de joyas como The Opening of Misty Beethoven (1976) o Barbara Broadcast (1977), nos encontramos ante el mejor director de cine x de la historia. Etiqueta subjetiva, obviamente, pero que, en mi opinión, no le queda grande en absoluto.
La labor de Metzger es inperceptible en la cinta, y de haber contado con un mayor control sobre la producción estaríamos hablando de una película bien distinta. Quién sabe si peor, puesto que la grotesca fantasía planteada no se presta a priori al distinguido estilo del director. Y mencionado el argumento, va siendo hora de resumirlo en un par de párrafos:

La ebria actriz Laura Winters y su fiel asistente, Jan Letterman, necesitan un medio de transporte para ir a Provincetown con urgencia. A pesar de las peligrosas condiciones ambientales consiguen convencer, mediante una cuantiosa suma de dinero, al piloto Grant Murdoch de que preste sus servicios y su aeroplano a tal empresa. Pero la suerte no les acompaña y una tormenta tropical pone fin a su viaje, obligándoles a efectuar un aterrizaje forzoso en una isla aparentemente desierta. No es cierto. El Doctor Peter Bartell, un biólogo marino, se halla allí realizando un estudio sobre la población acuática de la zona. O al menos eso declara. La auténtica naturaleza de su trabajo es mucho más siniestra y está relacionada con unos terribles experimentos llevados a cabo por los nazis décadas atrás.

Los náufragos pronto se revelarán como presos dentro de la isla al comprobar que la falta de un vehículo para salir de ella es la menor de sus preocupaciones. Infinitamente más inquietante es el acecho de una forma brillante en el agua que, por increíble que parezca, constituye una forma de vida cuyo único sustento es la carne humana, la cual devoran casi al instante. Es una suerte que cuenten con el Dr. Bartell para ayudarles a escapar de su situación. Ya sea vivos... o muertos.


En alguna ocasión se ha discutido la condición de The Flesh Eaters como eslabón de transición que une al cine fantacientífico norteamericano con la nueva oleada de terror “realista” iniciada con Night of the Living Dead (1968). No obstante, pocos elementos de esta última puede adjudicarse la primera y sí unas cuantas características comunes al grueso de las producciones de los 50 destinadas a los drive-ins. Enumerando: chicas en bikini, científicos locos, monstruos de gran tamaño… Si acaso cabe señalar la originalidad del peligro al que han de enfrentarse los héroes en su doble vertiente. Estas bacterias comedoras de carne no representan únicamente una trillada amenaza a la vida humana, sino también a la apariencia externa. Un aspecto susceptible de generar niveles de angustia considerables en plena Cultura de la Belleza que fue tratado de forma explícita décadas después en Cabin Fever (Eli Roth, 2002).

Los diálogos de Arnold Drake unidos a un ritmo narrativo ágil confieren al filme de un gran dinamismo que acompaña al desarrollo de la historia hasta el mismo final. Durante el recorrido se ofrecen alicientes en forma de alguna que otra secuencia que transforma lo dramático en cómico, como un indescriptible rescate entre riscos en el cual las distancias que el espectador y los personajes deberían apreciar no se corresponden ni remotamente a lo mostrado en imágenes. Y, por supuesto, las celebradas escenas de gore que han proporcionado notoriedad a la película.

Hoy en día, vistas las inmensas burradas a las que nos han (mal)acostumbrado alemanes y japoneses, la casquería exhibida se puede tildar a todas luces de recatada, pero no es difícil imaginar el impacto que debieron suponer en su momento. La verdad es que pese a la transparencia de los efectos especiales (esencialmente juegos de superposiciones y fotogramas pintados), el espectáculo conserva el encanto de lo artesanal y sus carencias no son escollos insalvables. Es más; el selecto grupo que huye del hiperrealismo y abuso de polígonos computerizados lo preferimos así.

Con respecto al elenco interpretativo, destaca por encima de sus correctos compañeros el alemán Martin Kosleck como el Doctor Bartell. Claro que ese hipnótico ceño fruncido, el acento extranjero y la mirada de desviado sexual ayudan a enmendar muchos descosidos. Pruébenlo en sus quehaceres cotidianos y verán el efecto.

Es posible que tras el visionado de The Flesh Eaters se concluya que la atención concedida al filme es exagerada juzgando sus méritos, pero rebatir su valor como entretenimiento sin pretensiones está fuera de lugar. Lástima que finalmente no se incluyera en el montaje final la escena de experimentos nazis (que sí está presente como extra en DVD), entre otros motivos porque aportaría una siempre agradecida ración de nudismo femenino. Si algo nos han enseñado docenas y docenas de sexploitations es que de esto los nazis sabían un rato.

4 Comments:

Blogger superdiscochino said...

El mkv es un formato "contenedor" que se utiliza para incorporar varias cadenas de audio y subtítulos en el mismo fichero.

Con tener unos programas de visualización de vídeo actualizados suele ser suficiente para poder reproducirlos.

Me apunto a la loteria para costear los Archives. Incluso contando con el descuento de Amazon se escapan de mis posibilidades... ay.

Un saludo.

11:15 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hummm.. Has logrado que me pique el gusanillo. ¿El DvD no estará editado en España, verdad?

Dios, comienzan a acumularse películas y más películas a la espara de sus respectivos visonados. ¡Me voy a pasar las vacaciones encerrado en casa!

Por cierto, no te escabullas y cuando puedas comenta "X-Men 3" ya sea aquí o en la Dixtopia, a ver que opinión cuenta con más adeptos.

Saludos.

P.D: Joder, qué mal tecleo hoy.

11:46 p. m.  
Blogger superdiscochino said...

No hay DVD español, que yo sepa.

Esta tarde iré a ver X-Men 3. Voy bien prevenido, así que no creo que haya lugar a decepciones (las expectativas andan por los suelos). Activaré el chip palomitero y que pase lo que tenga que pasar.

Un saludo.

9:38 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Super color scheme, I like it! Keep up the good work. Thanks for sharing this wonderful site with us.
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2:03 p. m.  

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