10.4.06

Pero, ¿quién es Drácula? (2)


Christopher Lee
Dracula (Terence Fisher, 1958)
Dracula: Prince of Darkness (Terence Fisher, 1966)
Dracula Has Risen from the Grave (Freddie Francis, 1968)
El Conde Dracula (Jesus Franco, 1970)
Taste the Blood of Drácula (Peter Sasdy, 1970)
Scars of Dracula (Roy ward Baker, 1970)
Dracula A.D. 1972 (Alan Gibson, 1972)
The Satanic Rites of Dracula (Alan gibson, 1974)

Muy a su pesar Christopher Lee pasará a la historia del cine como la imagen definitiva del Conde Drácula. El haber encarnado al personaje en ocho ocasiones ha contribuido al encasillamiento del actor (no tanto en lo referente a diversidad de papeles interpretados, sino en percepción global) en un rol alejado de sus legítimas aspiraciones artísticas.
No ha sido hasta hace escasos años cuando Lee ha podido renovar sus votos como icono popular del Siglo XXI mediante dos encargos no relacionados con el “upiro” por excelencia, concretamente en la piel del Conde Dooku (Star Wars) y Saruman (El Señor de los Anillos).

No obstante, sería exagerado afirmar que nos encontramos con un caso de “verbo hecho carne”. Todo conocedor de la obra de Stoker es consciente de que la idiosincrasia de la adaptación hammeriana se aparta notablemente del texto original. Y, sin embargo, disociar el porte elegante, sensual (esos labios trémulos), y el sentido de peligrosidad animal aportado por Lee de la sola mención del nombre “Drácula” se antoja como una tarea complicada.

Mucho más afín al espíritu de la novela resulta la versión dirigida (¿perpetrada?) por Jesus Franco. De hecho, si Lee aceptó participar en el proyecto fue persiguiendo hacer las paces con la creación literaria, aunque seguro que la amistad personal que le unía a Franco tuvo peso en la decisión.
Lamentablemente las buenas intenciones fueron estériles y del filme apenas se pueden rescatar unos cuantos apuntes (nada desdeñables, por otra parte), tal y como la gran química entre el actor inglés y nuestra trágica Soledad Miranda en las escenas compartidas de asalto nocturno y succión furtiva.
A destacar el sobrio vestuario en el que Lee se enfunda, colgando la tradicional y poco práctica capa a favor de una elegante chaqueta negra. Una estética vampírica tan tradicional como atemporal, si bien con semejante percha a la fuerza casi cualquier trapito queda la mar de aparente.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Lee es uno de los grandes. Otro elemento que pesó para que aceptara trabajar en la vesión de Franco es que le dejaban llevar bigote, como en la novela.

2:35 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

El hombre está tan aburrido del tema que en una entrevista que vi el año pasado intentaba quitar importancia al Conde en su carrera y admitía haberle encarnado sólo cuatro ocasiones.

2:38 a. m.  

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